top of page

Cuarentena: un contexto que pone en evidencia las fatales consecuencias de la violencia machista

  • Radio Púrpura
  • 18 abr 2020
  • 5 Min. de lectura

Redacción: Alba Espinoza


A un mes de vigencia del estado de excepción dispuesto por el Gobierno Central para evitar la propagación del Covid-19, conocimos de un caso estremecedor directamente relacionado con una de las pandemias que más vidas cobra día a día alrededor del mundo; hablamos de la violencia de género y sus distintas manifestaciones.

'Lorena' (nombre protegido), sobreviviente de una clara tentativa de femicidio, es la víctima. El hecho sucedió en Carpuela, una de las comunidades que conforman el Valle del Chota, en la provincia de Imbabura. Su esposo esperó a que 'Lorena' se durmiera e intentó asfixiarla con una almohada, "por celos", según informaron familiares de la víctima. 'Catherine' (nombre protegido), sobrina de 'Lorena', dio la voz de alerta y se comunicó con una amiga cercana quien la direccionó e hizo el acompañamiento para la efectiva intervención de la autoridad competente. Una vez acontecido este hecho extremo de violencia, los familiares de la víctima informaron a las autoridades que la violencia física y psicológica es continua en su relación.  ¿Pero acaso la inseguridad masculina justifica la violencia? Absolutamente, no. De hecho, los celos, desde algunos análisis, han sido categorizados como "micro machismos", que se expresan a través del maltrato psicológico, emocional, físico, sexual y económico, un hecho normalizado como forma de interacción social.

¿Qué tiene de micro, de pequeño, atentar contra la vida de una mujer? Hablar de “micromachismos” es minimizar grandes problemáticas sociales y sus fatales consecuencias, como si al reducirlas desde el lenguaje su impacto real también perdiera fuerza, se volviera pequeño. Es por ello que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró a esta forma específica de violencia como una pandemia, de hecho y, según el organismo internacional, la violencia de género es la primera causa de muerte de mujeres de entre 14 y 44 años, alrededor del planeta. La cifra supera a problemas médicos como el cáncer. Dicen que cuando una persona está a punto de morir, toda su vida pasa en segundos por su mente, como un “flashback”. A diferencia de estas suposiciones, en el contexto actual,  de encierro y cuarentena, las mujeres que son víctimas de violencia de género e intrafamiliar ven pasar más lento el tiempo; cada minuto de cada día es más largo si deben convivir con quienes provocan sus más profundos temores. ¡Sobrevivir!,  ese es su reto diario, pero no nos confundamos, no es el coronavirus el causante de ese miedo; el temor lo genera su propia pareja, su compañero de vida, aquel supuesto corresponsable de su felicidad y realización, aquel hombre llamado a brindarle seguridad y protección. Según datos del ECU 911, entre el 12 de marzo y el 11 de abril del 2020, el sistema de emergencias reportó cerca de 7 mil llamadas por violencia de género e intrafamiliar. La cifra es escalofriante, más aún cuando entendemos que esa estadística solo responde a los casos en los que las víctimas lograron hacer la llamada o tuvieron acceso a un teléfono.  Y aquí surgen varias interrogantes: ¿Qué pasa con aquellas mujeres cuyo estado de vulnerabilidad e indefensión les impide tomar el teléfono, quizá por la cercanía constante de su agresor? ¿Qué pasa con aquellas mujeres, aquellos niños y niñas que no tienen acceso a un medio de comunicación? ¿Cómo el Estado garantiza atención iIntegral a este grupo vulnerable? ¡Quédate en casa! es el mensaje posicionado por autoridades y medios de comunicación, una súplica válida ante la situación mundial y la emergencia sanitaria. Pero cuántas mujeres en situación de violencia en sus hogares anhelan ahora mismo abrir la puerta y huir de ese encierro y esa zozobra y ponerse a salvo, aunque sea por unos minutos, incluso a costa de exponerse al temido virus y sus letales consecuencias. Según datos de la 2da Encuesta Nacional sobre Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres, la probabilidad de sufrir violencia cuando el compañero está en casa o en desempleo aumenta en un 28%.  Esta es la realidad que afrontan tras cuatro paredes varias mujeres que cumplen el lema de quedarse en casa, rogando diariamente no enfadar a su agresor, no molestar a la “fiera”, no irritarla, no provocar su enojo o su incontrolable ira.  Una realidad de la que nadie habla, que se invisibiliza, que se oculta tras una mascarilla social, esa que ridiculiza a la mujer a través de memes y vídeos virales que hacen oda al machismo y que, además, no recibe una respuesta real por parte del Estado y sus funciones. El desempeño de funcionarios públicos cuya responsabilidad es coadyuvar a  prevenir la violencia machista y proteger a las víctimas, es otra arista de esta problemática social. En ocasiones, la falta de preparación hace que el ejercicio de estos funcionarios más bien revictimice a las mujeres que logran denunciar abusos, dejándolas en total indefensión. Cambios permanentes en las nóminas de las distintas instituciones públicas encargadas de ejecutar políticas de protección, desconocimiento de los distintos protocolos creados por el Estado y basados en la Constitución de la República e Instrumentos Internacionales de Derechos Humanos y, muchas veces, la indolencia e insensibilidad de quienes receptan las denuncias a través de los distintos canales oficiales, son algunas de las razones que causan desconfianza en el sistema judicial. Otro problema es la indiferencia y naturalización que todavia existe de la violencia contra las mujeres, incluso dentro de la institución polocial que tiene como misión cuidar a ciudadanos y ciudadanas, donde quiera que se encuentren, . En ciertas ocasiones, atender a los llamados de auxilio se convierte en un tema de vida o muerte, pues esta entidad es la responsable de acudir de forma inmediata y efectiva al llamado ciudadano. ¿Cuál es nuestro aporte como sociedad? Nosotros podemos y debemos dar énfasis en la prevención, animar a la comunidad, a vecinos, vecinas, en nuestros espacios, a romper el silencio, a no mirar a otro lado, a no ignorar estos casos.  No podemos ser indiferentes. Debemos estar del lado de la víctima, brindarle seguridad, respaldo y apoyo, además de estar alertas y actuar (sin exponernos) para evitar que los actos de violencia hacia las mujeres proliferen y lleguen a convertirse en feminicidios. Las mujeres no podemos seguir permitiendo que nos violenten ni nos maten. Es urgente romper el silencio, hablar, denunciar, buscar apoyo. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de apoyar a la prevención  de la violencia emitiendo mensajes dirigidos a la comunidad. Llamamos a las mujeres a hablar, a pedir apoyo ¡Esto no puede seguir pasando! ¡El machismo no puede seguir matando a las mujeres! Instamos al Estado y sus instituciones a garantizar una vida plena y libre de violencia a mujeres, niños, niñas y adolescentes, a capacitar a sus funcionarios, a trabajar en la prevención integral, a desarrollar programas dirigidos a hombres, que potencien las nuevas masculinidades y sensibilicen a este segmento poblacional a entender que la violencia machista no es la forma de relacionarnos.

 
 
 

Comments


bottom of page